PISTA NÚMERO 21, CONVENTO DE SAN PABLO

 

Desde mediados del siglo XV se tienen noticias documentadas de la existencia de unas viviendas moradas por una serie de mujeres que en el año 1469 hacen voto de castidad perteneciendo a la Orden de la Tercera Regla de San Francisco.

 

Arquitectónicamente hablando es un edificio reformado en el siglo XVII con una única nave cubierta por dos tramos de bóveda de medio cañón con lunetos y cabecera ochavada cubierta con bóveda de crucería estrellada. En el interior del conventual destaca un pequeño claustro peristilo, de dos alturas, con columnas graníticas exentas de decoración, con arcos carpaneles en el inferior y de medio punto rebajado en el superior.

 

Lo más sobresaliente es la capilla, perpendicular al convento y patrocinada por la familia Aldana. En el exterior, portada gótica de piedra sillar formada con arco apuntado ligeramente abocinado enmarcado en alfiz, todo ello coronado por una monumental espadaña de estilo barroco, delicadamente tallada con detalles tales como las llaves de San Pedro y la espada de San Pablo, que se repiten en otros lugares de la construcción.

 

En el interior de la capilla, la cual presenta varios sepulcros y laudas bajo dos arcosolios gemelos y la de otras familias cacereñas como son los Rocha o los Mendoza. También destaca el retablo mayor, de estilo churrigueresco, quizás trazado por el mismo Manuel de Lara y Churriguera, pero cuya ejecución sabemos que fue encargada y llevada a cabo en 1733 por el arquitecto salmantino Luis González. Como peculiaridad podemos destacar la realización de exquisitos dulces por parte de las monjas de la Regla de Santa Clara, moradoras de este convento que pasa por ser uno de los más antiguos de la ciudad.